En
su juventud Barnard trabajó en una granja hasta que pudo ingresar en la Universidad de
Harvard donde estudió economía mientras se mantenía vendiendo pianos y operando un
grupo de baile. Harvard le negó el títuló en Administración de negocios por
causa de un tecnicismo, pero más tarde varias universidades le dieron
doctorados honoríficos.
Barnard
se vinculó a AT&T en 1909 y en 1927 asumió la presidencia de una de sus subsidiarias, la Compañía Telefónica
de Nueva Jersey (New Jersey Bell Telephony Company).
Durante
la Gran Depresión Chester Barnard dirijió el sistema de ayuda social
del estado de Nueva Jersey.2
En
su primer libro, Las funciones del ejecutivo,
publicado en 1938,
lanzó una teoría de la organización y del papel de los ejecutivos en las
organizaciones. El libro fue ampliamente utilizado en cursos universitarios de Administración
de Empresas y de sociología de las organizaciones.
Fue
elegido miembro de la Academia
Americana de Artes y Ciencias en 1939 y presidente de la United Service
Organizations (USO) entre 1942 y 1945.
Tras
retirarse de los negocios presidió de la Fundación Rockefeller entre 1948 y 1952 y entre 1952 y 1954 la Fundación Nacional de Ciencias (National Science
Foundation), agencia que
financia el 20 por ciento de la investigación en los institutos y universidades
de los Estados Unidos.
En
1954 se contó entre los primeros miembros de la Society
for General Systems Research, que se convertiría en la International Society for the Systems Sciences (ISSS), organización internacional para el apoyo
de la investigación en ciencias sociales.
Falleció el 7 de junio de 1961 en Nueva York.
Al estudiar la organización, la definió como Un sistema de actividades o fuerzas
conscientemente coordinadas de dos o más personas. El sistema pues, al que
damos el nombre de organización está compuesto de las actividades de los seres
humanos, lo que convierte esas actividades en un sistema es que aquí se
coordinan los esfuerzos de diferentes personas. Por esta razón sus aspectos
significativos no son personales. Están determinados por el sistema, ya sea
cuanto a la manera, en cuanto al grado, en cuanto al tiempo.
Barnard observó que por regla general las organizaciones
son de corta duración y lo atribuyó a que no cumplían dos criterios necesarios
para la supervivencia: la eficacia (capacidad de lograr las metas establecidas)
y eficiencia (grado en que esa organización es capaz de satisfacer las
motivaciones de los individuos). Si una organización cumple con los motivos de
sus miembros y la consecución de sus objetivos explícitos, la cooperación entre
sus miembros va a durar y consiguientemente la organización perdurará.
La organización informal, para Barnard, se genera como
producto de las interacciones inconscientes entre los miembros de la
organización formal, quienes tratan de proteger sus intereses individuales, en
ocasiones contra los intereses de la organización formal, por ello es
importante para el dirigente influir en las organizaciones informales y
aprovecharlas ya que proveen cohesión, motivación y facilitan el trabajo de
equipo.
Haciendo foco en el papel de los ejecutivos en las
organizaciones, lo resumió en tres funciones pricipales:
§
Establecer y
mantener un sistema de comunicación
§
Asegurar
servicios esenciales a la actividad de los restantes miembros
§
La formulación
de propósitos y objetivos organizacionales
Formuló dos teorías, uno respecto de la autoridad y otra
acerca de los incentivos, ambos analizados en el contexto de un sistema de
comunicación basado en siete reglas esenciales:
§
Los canales de
comunicación deben ser claros
§
Deben ser
conocidos por todos los miembros de la organización
§
Deben ser
accesibles a todos ellos
§
Las líneas de
comunicación deben ser lo más cortas y directas posible
§
La capacidad de
las personas que sirven como centros de comunicación debe ser adecuada
§
La línea de
comunicación no debe ser interrumpida cuando la organización está funcionando
§
Toda
comunicación debe ser autenticada.
Respecto de la autoridad Barnard, de manera similar
a Mary Parker Follet, sostenía que una autoridad efectiva se
apoya en una eficaz comunicación entre los subordinados y sus superiores,
además afirma que la jerarquía debe sustentar su autoridad en la capacidad de
gestión y la ventaja que supone ganarse el respeto de sus empleados.
Gran admirador de Talcott Parsons, mantuvo con el cientista social una
activa correspondencia desde 1930, al punto de intercambiarse sus manuscritos
para recoger las observaciones y puntos de vista del otro.
En cuanto a los incentivos, proponía dos maneras de
convencer a los subordinados a cooperar: incentivos tangibles y la persuasión.
Barnard daba gran importancia a la persuasión, incluso más que a los incentivos
económicos. Enunciaba cuatro incentivos generales y cuatro específicos. Estos
últimos eran:
§
Dinero
y otros incentivos materiales
§
Condiciones
físicas deseables de trabajo
§
Reconocimientos
intangibles que aseguraran prestigio personal
§
Beneficios
inmateriales (orgullo por el trabajo realizado, etc)
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